CREATIVIDAD A PARTIR DE UN SIMPLE OBJETO O ELEMENTO


Una de las cosas que siempre me han fascinado es inventarse una historia compleja a raíz de un pequeño objeto u elemento. Es un ejercicio de imaginación que hago mucho y que es muy estimulante y gratificante sobre todo cuando sacas una buena historia compleja a partir de una pequeña cosa.
El mayor ejemplo de creatividad a partir de un pequeño objeto la tenemos en una de las personas que más admiro John Ronald Reuel Tolkien. Es un grandísimo ejemplo de que cualquier persona puede ser creativa. Escribió la mejor novela del siglo XX sin ser escritor y violando todas las estructuras tradicionales y formas existentes de narración. Cualquier autor habría entrelazado las historias cronológicamente de los distintos grupos en los que se divide la compañía del anillo pero Tolkien se atrevió a contar cada una por separado de forma aislada. Otro ejemplo también lo tenemos en la caída de Orthanc, ningún escritor hubiese contado este suceso tan sumamente importante como lo hizo Tolkien, en una conversación entre dos personajes en una página mediante un breve flashbacks; no nos lo narra en directo minuciosamente, nos lo cuenta un personaje de forma breve y pasada.
Pero estamos hablando de creatividad a partir de un objeto o elemento, y aquí Tolkien es donde dio el Do de pecho. El genial escritor inglés empezó a crear mitologías en las trincheras de la I Guerra Mundial para evadirse del conflicto. En la Universidad se entretenía creando idiomas ya que era catedrático de filología. Creó a los hobbits para descansar de corregir exámenes. Tanto le gustó aquella espontánea creación que hizo porque le hacía gracia que decidió inventarse una novela acerca de un valeroso hobbit para dedicársela a sus hijos. Así nació “El hobbit”, la historia de Bilbo Bolsón, que empezó como un auténtico cuento infantil y que fue madurando según avanzaba la trama. A sus hijos les gustó tanto que pasaron la voz a los amigos y dio la casualidad que el padre de uno de ellos era editor, también amigo de Tolkien. Cuando se lo leyó el hijo de éste, le habló tan bien a su padre que no dudó en proponer a John publicar su “Hobbit” a lo que accedió. Tras el gran éxito conseguido, el editor le pidió una segunda parte y Tolkien empezó a escribirla.

En “El hobbit”, Tolkien concibió un anillo mágico con la única finalidad de proporcionar invisibilidad, un elemento típico de la fantasía. Empezó a escribir la segunda parte justo donde terminó la primera, en el cumpleaños de Bilbo, y escribió y reescribió el principio infinitas veces. Escribía sin saber que quería contar, y lo volvía a repetir y tampoco tenía una historia en mente. Por eso la primera parte del Señor de los Anillos da tantas vueltas y divaga tanto al principio contando cosas que no afectan a la trama para nada. Entonces, a partir del anillo mágico, se inventó toda esa fantástica mitología e historia, la mejor novela del siglo XX. Si te paras a pensar fríamente, todo lo que se inventó a partir de un simple anillo que al principio tenía una función muy breve y puntual… es uno de los mayores ejercicios de creatividad de la historia.

Hace un mes, yo mismo puse en práctica este ejercicio. Estaba intentando rodar un cortometraje con un dinero que tenía ahorrado pero era insuficiente para los guiones que ya tenía escritos así que empecé a pensar. ¿Dónde puedo grabar de forma gratuita? En el piso de mi hermano. ¿Qué tiene ese piso? Tiene una ventana que da a otra habitación. En ese simple elemento veía muchas posibilidades, me daba mucho juego. Podía tirar personajes por la ventana colocando un croma y grabarlo de cerca sin trucos. Entonces empecé a pensar una historia para motivar que un personaje se tirase por la ventana. Aprovechando mi estado anímico del momento y algunas discusiones recientes me proyecté patéticamente en el personaje llevándolo a que se tirara por la ventana. Luego empecé a pensar en acciones que quedasen espectaculares y elevasen la calidad de la historia. El personaje llega borracho a su habitación, está llena de gente que le empieza a insultar, dos le echan fuera de la habitación y le cierran la puerta en las narices; intenta entrar, forcejea, vuelve a caer, se levanta, entra y la habitación está vacía. Es una acción muy visual pero si lo hago en un mismo plano secuencia sin cortar y la gente va saliendo de la habitación por al ventana (que da a otra habitación) sorprenderá al espectador y quedará más espectacular. Y así sucesivamente, pensé en otra acción espectacular para el inicio, la de la habitación y el final, necesitaba un desenlace y toda la parte central pero ya tenía historia. Primero tenía las acciones y lo visual, luego lo último pensar la conversación que da argumento a todo el conjunto que en el fondo es lo más importante pero que es lo último, como si fuese un añadido ya que todo empezó con una ventana que da a otra ventana.
Actualmente el cortometraje está en proceso de rodaje.

No hay comentarios:

Publicar un comentario