
Hoy en clase hemos hecho un ejercicio bastante interesante y durante una breve parte de él me ha tocado dirigirlo dando y quitando la palabra y lanzando ideas.
El ejercicio consistía en crear una ciudad imaginaria, como sería nuestra ciudad ideal. El profesor eligió a uno de los de la clase para que expusiera su idea que consistía en hacer una ciudad con materiales blandos, edificios curvos y redondos y con el agua fuera de la casa para ir a por él e inculcar así un sentimiento de trabajo. A partir de ahí, cada uno tenía que trabajar en un aspecto en concreto. Comenzó entonces un debate por encontrar el material del que deberían estar hechos los edificios saliendo como opciones la paja o el barro. Sinceramente, veía absurdo estas opciones, sería un enorme retroceso en la evolución humana pero era un ejercicio de clase así que había que continuarlo. Al final del debate tomó (le dí) la palabra un oyente de la clase que jugaba con la ciencia ficción de que para el tiempo de esa ciudad (el futuro) se habría descubierto el ladrillo holográfico capaz de adoptar multitud de formas, colores y texturas. Como concepto de ciencia ficción está muy bien pero lo sigo viendo absurdo.
Al crear una ciudad ideal imaginaria todo el mundo empezó a pensar en la ciudad física pero en mi opinión la ciudad por sí sola puede ser más bonita o menos pero si la sociedad que vive en ella es la misma que en la actualidad nunca llegará a ser ideal, solo imaginaria. Por tanto si he de pensar en ciudad física, mi ciudad imaginaria estaría sobre un enorme delta de un río resistente totalmente navegable, con multitud de puentes y transporte público pues no habría coches ni contaminación, solo tranvía, monorraíl y lanchas. En definitiva, una Venecia moderna.


Muy buena ciudad, amaría vivir en una ciudad llena de libertad como la expones aquí.
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